Parecía que nunca iba a llegar, que el virus que por aquel entonces amenazaba a China e Italia, nunca iba a llegar a nuestro país y ni mucho menos a nuestra querida ciudad sevillana. Nosotros seguíamos montando nuestros altares de cultos, seguían sucediendo los Vía Crucis y el tiempo iba pasando cómo si aquí nada fuera a suceder, como si estuviéremos aislados de todo. Pero Sevilla no se iba a librar de ello.
Fue pasando el tiempo y en la capital española aparecían los primeros casos y con ellos, las primeras preguntas aquí en Sevilla; ¿se suspenderá la Semana Santa? Todavía incluso en Madrid creíamos que era una tontería y que no llegaría con tanta fuerza y que nuestra tradición estaba libre de contagio pero no, empezaron aparecer los primeros casos en la ciudad y comunidad y entonces todo parecía que se empezaba a nublar. La pregunta cada vez se hacía mayor y los nervios empezaban a florecer en nosotros porque todo parecía inminente pero no queríamos escuchar la terrible, para nosotros, noticia. Nuestro alcalde por amor a sus ciudadanos nos daba esperanza, mientras que los profesionales avisaban que el tema podía ir a peor y que sería una locura hacer estación de penitencia. Entonces nuestra Semana Santa empezaba a tomar la forma que ha terminado teniendo. Se suspendían los primeros Vía Crucis y besamanos y al final todos llegábamos a la misma conclusión con la esperanza de, si las Fallas se están celebrando, ¿nosotros porqué no?
Quién nos iba a decir a nosotros que íbamos a estar tan pendientes de las Fallas aquí en Sevilla y así, terminó llegando la terrible noticia, quedaba la fiesta popular de Valencia suspendida y con ella llegaba la noticia de que el pregón de Julio Cuesta quedaba suspendido también. La noticia de la suspensión de nuestra semana mayor parecía inminente pero todo nos aferrábamos al verde esperanza para pensar que se salvaría del virus, mientras que nuestras hermandades quedaban paralizadas esperando si al final podrían realizar la estación de penitencia. Y mientras todos sentíamos que era como en el día que los pronósticos daban 90% de lluvia pero tú te ibas revestido de la túnica de tu hermandad esperando, que los pronósticos dieran un milagroso giro de 90 grados y pudieras salir con tus imágenes a la calle.
Pero llegaba el momento y antes de la prórroga de 2 días que habíamos pedido para decidir, tras mirar los numerosos informes que nos llegaban desde el resto de España y sobretodo del mundo, el Consejo de Hermandades y Cofradías, junto con el Arzobispo y el alcalde, decían no realizar estación de penitencia a la Santa Iglesia Catedral de la ciudad. Caía cómo un jarro de agua fría en el cuerpo de los cofrades porque era la noticia que sabíamos pero nunca queríamos escuchar. Y después de escucharla volvimos a nuestras casas, dónde nos tendremos que quedar, con nuestra túnica, cómo ese día que no realizamos estación de penitencia por la lluvia, la sensación era la misma. Aunque esta vez iba a ser generalizada ya que ninguna hermandad sacará su cruz de guía por las calles de Sevilla.
Tras conocer la noticia, este año no podré ponerme mi túnica de nazareno. Se guardó la túnica crema y capa con su antifaz celeste sin a penas haber sacado la papeleta de sitio. El escudo que luciría en mi pecho se guardará nuevamente en la caja de los sueños y mis sandalias nazarenas volverán al zapatero buscando el calor de una nueva Semana Santa. Y todo esto sucede porque este año la estación de penitencia no es con la túnica y el antifaz, es con las manos y con ropa de calle, este año la penitencia es distinta pero significa lo mismo o más que sacar los pasos a la calle. Este año, la penitencia será llevarle la comida a mis abuelos dejándosela en la ventana sin poder verlos porque ellos, están dentro de la franja roja, será el tener que hablar con amigos por el móvil sin poder darles ese abrazo que deseas siempre, será el no poder estar con la persona especial que te gustaría estar porque cada uno se tiene que quedar en su casa para ayudar, será el ponerse guantes y ayudar a los más necesitados en estos tiempo de incertidumbre, será al fin y al cabo, el ser verdaderamente cristiano porque las procesiones se suspenden pero el sentido de ellas siempre estará ahí.
Te esperaré siempre Domingo de Ramos de 2021 y sé que será el día más radiante de todo el siglo, porque todos nosotros estamos buscando este sueño que llegará en marzo, el 28, dónde empieza de nuevo la Presentación de este Calvario para que todos los Desamparados como nosotros, tengamos Salud en este Buen Viaje. Sueñen que todo llega, te esperamos 28 de marzo...
Jesús Benítez Rodríguez
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