El Viernes de Dolores no pintaba bien. Desde semanas daba lluvia, llegando en algunos casos hasta un 100% de riesgo de que lloviera en la ciudad sevillana. Empezó el día con sol y despejado de nubes, lo que nos daba alguna esperanza y las hermandades de ese día pudieran realizar sus estaciones de penitencia, pero conforme iba avanzado el día, el cielo se iba oscureciendo y sobre las 14:45 comenzaba a llover.
No era una lluvia fuerte pero sí continua, era ese conocido popularmente "chirimiri" lo que caía en la ciudad hispalense. La hermandad de Pino Montano y la Misión eran las primeras en decidir retrasar su salida para ver si el tiempo acompaña. Todavía había esperanza ya que en los partes meteorológicos anunciaban que a partir de las 20:00 cesaba esa lluvia. No pasaban las 19:00 cuando el hermano mayor de la hermandad de Pino Montano anunciaba que la primera hermandad que normalmente ponía sus nazarenos en las calles de Sevilla, no iba a realizar estación de penitencia. Sentó como un jarro de agua fría en los ahí presentes, y se pudieron ver las primeras lágrimas de impotencia de los hermanos. Tantas promesas que no se pudieron realizar por culpa de la lluvia. Habrá que esperar un año para poder ver a esos alegres nazarenos acompañar a sus imágenes por las calles de su barrio.
Tras esa triste noticia, llegó la siguiente. Apenas unos minutos más tardes, tras la prórroga pedida, la hermandad de Heliópolis anunciaba que tampoco iba a realizar estación de penitencia. Las lágrimas de la junta de gobierno, traspasó a los hermanos y de ahí a la calle. Tantos días esperando y al final nada, eso sentían los hermanos de la Misión en este triste Viernes de Dolores.
Había pocas esperanza en en día de ayer. Tras las dos primeras decisiones de no salir, todos nos esperábamos los peor.
Pero no, como dice el refrán, la esperanza es lo último que se pierde y eso lo llevó a rajatabla la junta de gobierno de la hermandad de Bellavista, que a pesar de todo, arriesgó y puso la primera cruz de guía en la calle.
Tras la salida de Bellavista, cabía la esperanza en eel corazón sevillano de que las dos últimas hermandades del día decidieran salir, pero no pasó así. No llegaba las 20:00 de la noche, cuando la hermandad del Cristo de la Corona, decidía no hacer estación de penitencia. Otra hermandad que se quedaba sin salir, no veríamos capirotes morados y cinturones de esparto en el centro de Sevilla. Apenas unos minutos más tarde llegaba la noticia de Triana. La única hermandad de negro ruán del día no salía. Los capirotes largos se tenían que agachar pero esta vez para volver a su casa, sin cirio, con la papeleta de sitio en la mano y no quedaba ya más que la espera de un nuevo año. Un nuevo año para volver a salir. La tristeza se apoderaba de Sevilla, mientras que en Bellavista estaba la alegría.
Después de una prórroga de 30 minutos que la hermandad pidió, salió y de que manera, con la ilusión de todo un barrio que si pudo realizar estación de penitencia. Arriesgó y ganó. Se pudo ver a nazarenitos con sus túnicas perfectamente preparadas, esas colas bien remangadas por ese cíngulo que soportará al cirio. Se vieron capirotes morados por todo un barrio de ilusión que a pesar de que al principio no hubieran tanto público, debido a que la decisión fue por sorpresa, al final única hermandad que se vio por Sevilla, ue todo el camino acompañada por un público que fue a ver sus titulares con devoción. Una devoción que superó al Alemania-España que se estaba jugando en esos momentos, por que cuando llega la Semana Santa,Sevilla se para. No se recuerda un día en el que la hermandad fuera acompañada de tanta gente, todo el recorrido, hasta que la Virgen del Dulce Nombre, se adentró en su templo.
Aunque se acortó camino, el paso de misterio siempre fue como se siente en Bellavista, de costero a costero, junto a la banda de la Redención que no paró de tocar en ningún momento, en ninguna chicotá del misterio y la gente lo agradeció. Tras el Padre, la Madre, eso es así. Vino la Madre del barrio, la Virgen del Dulce Nombre, vestida por David Toro, para redemir los pecados de todo un barrio.
Un Viernes de Dolores que ganó en Bellavista, diferente pero bonito.
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