EL CAOS EN EL (DES)ORDEN


Cómo viene siendo habitual en los últimos años, cada Semana Santa se nos plantea novedosa en cuanto al orden, recorrido o acompañamiento musical de las cofradías de las distintas jornadas que conforman la Semana Mayor. Si bien la dinámica de las pasadas primaveras parecía centrarse en encontrar la cura a lo que parecía el coronavirus del Martes Santo, los cruces. Este año el foco parece haberse desviado hacía las corporaciones del Miércoles Santo. 

El Miércoles Santo, una de las jornadas más aparatosas de toda la Semana Santa Sevillana y que parece pasar totalmente desapercibida. Pero el que lo vive desde dentro, sobre todo si lo vive desde las hermandades que piden la venía ya bien entrada la noche de este día, sabe que la realidad que se esconde tras la jornada del Martes Santo, es otro tenso momento de compresión  y cruces que viene a producirse tan solo una puesta de sol más tarde. Solo debemos recordar aquel año, tan aparatoso, donde parecía que se habían alineado los astros para que todo se rompiera, desde el llamador del palio de la Virgen del Buen Fin hasta los candelabros del misterio de la Sagrada Lanzada, aunque sin duda lo más anecdótico fue la ausencia del olivo, que se desprendía nada más salir por culpa del mal estado del tronco, del misterio de los Panaderos. El resultado, unos parones y unos retrasos terribles. 

Precisamente la última corporación del día en pisar la catedral, aunque realmente a la hora que lo hace podríamos decir que es la primera del Jueves, Los Panaderos, es una de las que más sufre en su propio día de salida, y no lo digo hablando como un hermano de la misma, sino como alguien que plasma, o al menos lo intenta, una realidad objetiva. Nuestra sede, en la Calle Orfila, es sitio de paso de innumerables Hermandades a lo largo de la Semana Santa que buscan incorporarse a la Carrera Oficial, y el Miércoles es precisamente uno de los días donde más cofradías pasan por allí, no solo a la ida, sino a la vuelta también. La salida está cogida con pinzas, pues debemos aprovechar el pequeño hueco que dejan el paso del Cristo de Burgos en su búsqueda de la Campana con el tránsito del Buen Fin, pisando los talones desde la calle Cuna, buscando de nuevo su templo. No tenemos ni un minuto para pensarnos si salir o no, de hecho, el pasado año se tomó la rápida decisión de no salir ante un mínimo riesgo de lluvia, puesto que precisamente la llegada del Buen Fin no nos concedía mucho más tiempo. El salir y volver si fuese necesario tampoco es una opción, los de San Martín aún nos lo recuerdan. 

A esta situación tan surrealista que vivimos desde la capilla de San Andrés, ha decidido ponerle punto final el nuevo Hermano Mayor de la Hermandad (nuevo, porque aún no ha podido sacar sus pasos a la calle), Ángel Corpas, que tras un cabildo general se tomó la decisión de modificar el recorrido de ida con idea de respirar un poco más en la salida y no ver a la cofradía hipercomprimida entre las calles Daóiz y Trajano, lo que implicará salir antes y dar un rodeo. Tras la mano “amiga” del consejo, finalmente la vuelta hacía seguirá el siguiente itinerario: Orfila, Plaza Fernando de Herrera, Daoiz, García Tassara, Amor de Dios, San Miguel, Jesús del Gran Poder, Las Cortes, Plaza de la Concordia, Plaza de la Gavidia, San Juan de Ávila, Virgen de los Buenos Libros, Cardenal Cisneros, San Vicente, Plaza del Museo y Alfonso XII, desde donde la cofradía enfilará el inicio de la Carrera Oficial colocando su Cruz de Guía justo a la espalda del palio de la Virgen de la Cabeza. 

Vaya rodeo más tonto, ¿no? ¿Verdaderamente funcionará? A la primera pregunta se podría decir que sí, puesto que estando literalmente a menos de 300 metros de la plaza de la Campana parece absurdo irse hasta la Plaza del Museo y recorrer casi un kilómetro para entrar a Carrera Oficial. No obstante, es cierto que supone cierto alivio para los hermanos que formen el cortejo, que no tendrán que meterse bajo la capa del de delante para recortar distancia entre los nazarenos y esperar así 40 minutos a que terminen de pasar todas las anteriores cofradías, el recorrido será más fluido. Eso sí, para una cofradía que casi puede hacer su recorrido prácticamente en tres horas (Santa Marta, el más claro ejemplo de ello, que sale prácticamente desde el mismo lugar), alargar la ida parece volver a presentarse como una situación bastante incoherente. Y en cierta manera lo es, puesto que como mencionaba, el Miércoles Santo pasa totalmente desapercibido, siendo curiosamente uno de los días con más retrasos de los del Con que estas opciones no aparecen en los libros de reglastros representantes madrileños se tratasen, pareciera que el dipodúltimos años, y lo que se podía haber arreglado en el cabildo de toma de horas, o como en su día hicieron las hermandades del Martes Santo para acordar aquel anecdótico “Santo Martes”, llega ahora en versión “a ver como nos las apañamos para solucionar este marrón a última hora”. 

Pero la culpa no la tienen los de Orfla, que intentan salir del barullo de su calle como pueden. La culpa es de quien tiene poder para arreglar estas situaciones y no se sienta a discutir que opciones resultan más viables (y no será porque no se plantean alternativas, al habla el plan Creagh entre otros). Parece que hay un tabú a la hora de llamar al diálogo entre las hermandades de toda la Semana Santa y reorganizarse, buscar el consenso. Pero como si de nuestros representantes de la Carrera de San Jerónimo se tratasen, pareciera que estas palabrejas no aparecen en los libros de reglas. Con la puerta cerrada a restringir el cada vez más creciente número de nazarenos o a los miembros presentes en las bandas, la idea de mantener a una cofradía más tiempo en la calle se hace contradictorio al incremento de las medidas de seguridad del Cecop, más que necesarias en unos tiempos en los que la Semana Santa atrae a más gente que nunca.  

A la segunda pregunta, si verdaderamente servirá de algo, no podremos responderla hasta ver que resultados tiene el rodeo, o más bien el viaje, de los devotos de la Virgen de Regla. Como hermano estoy convencido de que nos será un alivio a los que vamos a tener que aguantar ocho horas de trayecto para evitar eternos parones; pero como persona a la que el mundillo cofrade le ha dado tanto, he de decir que me parece una pena que para una situación que roza lo hilarante, el único remedio sea escapar de nuestra casa, dando vueltas por ahí hasta que nos toque entrar, todo para que al final, sigamos siendo la primera del Jueves. 

Juan Martín Rguez.

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